EL TRABAJO DEL EDITOR

Sobre la antología Buenos Aires de Juan Forn

F*CK
5 min readMar 25, 2024

Una antología es siempre una recopilación caprichosa de textos. El compilador o editor de la misma lo sabe, y algunos lectores son capaz de intuirlo. Sería ingenuo pensar distinto, aunque cada introducción a una antología pretenda mostrarse seria en la forma de selección de los textos que las conforman, los criterios ajustados siempre pretenden delimitar el capricho. Cosa para nada efectiva, diría yo. Sin embargo, lo que no es caprichoso en una antología es su finalidad, su sentido. Por lo general están hechas para presentar una serie de autores a un público que no los conoce, o que los conoce a medias o que los conoció en algún momento y se sirve de excusa para traerlos de nuevo. Algunas otras antologías tienen un sentido más holístico, en el que se pretenden tener panoramas completos de generaciones enteras, períodos de tiempo o imaginarios colectivos de un territorio. Hay otras de carácter más académico, elaboradas para abordar los aspectos relativos a una obra o series de obras, lo que hace de la recopilación un intento por dar una perspectiva objetiva al arte literario.

Pocas veces uno encuentra antologías que sean consientes de todo esto y que funcionen tan bien en cada uno de estos aspectos. Es, diría yo, demasiado raro y explicaría la peculiar lectura que tuve de “Buenos Aires”, (Anagrama, 1992), una antología realizada por Juan Forn. En un principio, el nombre del libro seguido del nombre de Forn me hizo pensar que se trataba de una novela de este. Un libro del que no tenía referencia, decidí leerlo en la biblioteca. Al comenzar a leerlo fue que me di cuenta que era una antología. Forn ha sido un escritor y editor respetado, supuse que esta era la razón de su nombre en la portada. No es frecuente este hecho. El prologo a la antología Forn explicaba que aquella era caprichosa, y que la elección de autores iba del más viejo vivo conocido hasta la joven promesa de la literatura argentina. La introducción a cada relato iba precedida por un comentario del autor del relato sobre este mismo. La finalidad de Forn era crear una antología que sirviera como presentación de autores de la Argentina dentro del mercado español. Ignoro la recepción de este libro en su momento; tuvo algunas reediciones en 1999, y se puede ver el futuro que tuvieron muchos autores que allí recogidos (entre ellos Fresán y Aira).

Lo que pensaba al leer aquel libro no sabía cómo expresarlo. Pues la labor del editor parecía pesar demasiado en los propios relatos, un “Juan Forn quiere que leas esto”, Tengo un profundo respeto y cariño por Forn, esto significaba algo para mí. También tengo un entrañable amor por Aira y Fresán, así que como testimonio del pasado me pareció relevante. Menciono estos autores porque fue lo que más pensémoslas al leerlo. Pues la antología quizá sirvió para presentar algunos autores, para abrirles las puertas. Pero la propia antología servía como testimonio de un modo de lectura, de una interpretación del autor sobre su obra. Sin contar el espacio geográfico y temporal que se recogía en sus páginas, lo que dejaba entre ver no solo una serie de espíritus relativos al sentir d ella ficción, sino también a diferentes cambios estilísticos. Pensé si todas las antologías, con el tiempo, llegaban a dar tal sentido a un libro. Luego de pasar algunas otras, por revisar prólogos y recopilaciones, me di cuenta que difícilmente una antología llega a tener sentido, fuera del de la curiosidad, años después de ser publicada.

Desde entonces no dejo de pensar en Forn. Hay a la literatura algo intrínseco al oficio, algo que difícilmente se logra de una manera distinta a pensar la obra, el libro y a los autores como recursos, formas y estructuras. Pretendo escribir esto solo para entender el sentimiento que nació en mí. ¿Dónde está la genialidad en el oficio? quisiera entenderlo, quizá así podría replicar las formas de trabajo para obtener resultado. Tendría una hoja de ruta y un camino que me diera luz. Uno lee por gusto, por una enfermedad rara y pocas veces uno llega a tener lecciones tan claras sobre hacer un trabajo. La antología “Buenos Aires” (Anagrama, 1992) es una muestra de alguien que entiende el oficio editorial. Lamento si no me detengo a hablar de los distintos autores y relatos, a decir verdad no me plantee la idea de escribir sobre ellos, ya conocen ustedes a la. mayoría y serviría dejar una lista de ellos al final.

Solo quise dejar un comentario hacia la idea de antología y al trabajo que representa. Creo que hace unos meses me quejé amargamente de la antología “Puñalada trapera 2” (Rey Narano, 2022), porque la veía desprolija, hecha sin ánimo ni amor, hecha de manera descuidada por algún tipo de reserva interna, de resentimiento literario, no lo sé. Estaba llena de miedo. La primera versión de aquella. antología me pareció un buen proyecto, aunque tomaba voces conocidas de la literatura colombiana, este libro seguía sirviendo como puerta de entrada para muchos lectores en Colombia y en diferentes lugares. Además que el arte de sus ilustraciones era sobresaliente. En la segunda versión, considero, resaltan los relatos de Alexandra Espinosa y de Sergio de la Pava, a mi entender, ninguno más.

Así que quizá dentro de mí ya había un punto reflexivo sobre el crear una antología, y verme ante el trabajo de Forn me hizo recapitular trabajos pasados, lecturas que con anterioridad tuve y conversaciones con otros lectores. Pensé y pienso mucho en el trabajo aquí realizado por Forn, he pensado en otros editores como Lamadrid o Herralde, solo por mencionar un par que tuvieron visiones muy distintas, pero arriesgadas al editar. Veo hoy el trabajo de algunas personas cercanas y otras no tanto, y veo que para la mayoría es difícil encontrar un sentido editorial, entendiéndolo como un oficio, como un trabajo. Sigue siendo la literatura un lugar en el cual hay un halo de “repentina revelación creativa” o “genialidad espontánea” que nubla completamente el sentido de un oficio que debe llevarse a diario. Fue este trabajo, el conocer el campo de la literatura de su país, de su tiempo, del contexto de las obras lo que denota el oficio Forn, además que tuvo la idea de dar voz a los autores, esto quizá se pueda leer cómo una curiosidad, pero visto en conjunto es una forma de presentación bastante orgánica y sincera.

No hay mucho más que pueda ahora decir, afuera hace frío y alguien escucha música muy fuerte. intento no dormir porque soñar hace que tenga pesadillas, y hace mucho que la idea de placer escapó de mi cuerpo. Tomado del propio libro: Los quince autores seleccionados son: Abelardo Castillo, Isidoro Blaisten, Ricardo Piglia, Fogwill, Tununa Mercado, Alberto Laiseca, Rodolfo Rabanal, Ana María Shua, César Aira, Cecilia Absatz, Guillermo Sacconanno, Sylvia Iparraguirre, Alan Pauls, Juan Forn y Rodrigo Fresán. El más veterano es Isidoro Blaisten (1933), mientras que el más joven es Rodrigo Fresán (1963).

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F*CK

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